lunes, 19 de marzo de 2012

CÓMO LEER CON NUESTROS HIJOS


Si usted tiene hijos pequeños, busque un libro fascinante y comience a leer en voz alta hoy mismo. Podrá ayudarlos a convertirse en lectores. Reforzará sus lazos de afecto e interés. Tendrá una actividad íntima y amistosa con ellos. Tendrá un poderoso instrumento para reforzar la unidad de su familia.

Casi todo lo aprendemos por imitación: caminar, hablar, leer o jugar dominó. Si los padres leen en voz alta con sus hijos, les inculcarán a quienes los escuchan, por imitación, la curiosidad, el interés, el cuidado, el amor, el gusto por la lectura.

Cuanto más temprano entren los niños en contacto con los libros, mejor. Ningún niño es demasiado pequeño para jugar con los libros ni para escuchar lo que se le lea. Nada tiene de malo que los niños jueguen con libros; lo más importante es que se familiaricen con ellos. En todo caso, hay que cuidar qué libros se ponen en sus manos.

Conviene que los niños muy pequeños se acostumbren a escuchar la voz de los padres y maestros, pues así desarrollarán una actitud positiva hacia los libros. Asociarán la lectura con un momento de calma y seguridad en que se encuentran rodeados de cariño y atención. La lectura en voz alta puede ser una forma de caricia y de arrullo.

Lea con sus hijos libros que le interesen y le gusten y que usted intuya que pueden entretener y gustar a sus hijos o a sus de inmediato, sin complicaciones.

Lean en voz alta a sus hijos o a sus alumnos con la mayor frecuencia posible. Lo ideal es que la lectura, como las comidas, sea todos los días.

Trate de establecer un momento fijo para la lectura en voz alta. Después de la merienda o antes de dormir,...

El gusto por la lectura no es un problema exclusivo de los maestros, es una oportunidad y y una necesidad de todos los padres de familia, porque casi todo lo aprendemos leyendo.

No presione a los niños ni les pida que estén quietos o callados, permítales reaccionar a la lectura —también en la escuela pueden reírse o asustarse o asombrarse. Permítales expresarse. Déjelos hablar y escribir. Si quiere, deles papel, lápices, piezas de madera para que estén ocupados durante la lectura. El arte de escuchar y de comprender lo que se escucha se desarrolla con el tiempo. No espere resultados de un día para otro.

No empiece a leer una obra sin conocerla; podría suceder que a media lectura descubra que no es suficientemente interesante o que resulta inconveniente para determinado grupo. Si finalmente un libro termina por ser aburrido, déjelo de lado. La lectura debe ser, sobre todas las cosas, una ocupación gozosa. No tema experimentar con otros libros que usted crea interesantes.

Trate de dar expresión a la voz, para que se comprenda el sentido de la lectura. Dramatice un poquito los diálogos. Ajuste el ritmo a la acción de la historia. Subraye ligeramente los sentimientos expresados. Siga el sentido que marcan los signos de puntuación. En los momentos más emocionantes, lea más despacio o más de prisa, según haga falta, para crear una atmósfera de suspenso y acrecentar el interés. Ajuste el ritmo, el tono y el volumen a las necesidades del relato.

No tenga prisa por terminar.